El cultivo de la vid se remonta al año 4.000 a. C. Su cultivo fue impulsado por el Imperio Romano, decayendo en la Edad Media. Con el descubrimiento de América se produce su expansión y más tarde, el ataque de filoxera en Europa tiene como consecuencia el cambio hacia una nueva viticultura. La vid pertenece a la especie Vitis vinifera L. Es el segundo cultivo leñoso con más superficie cultivada en España, después del olivar.
Riego
Tradicionalmente el cultivo de la vid se ha tratado como cultivo de secano por su resistencia a la sequía. Con el tiempo se ha demostrado, que pese a ser una planta que resiste el estrés hídrico (y en situaciones controladas hasta puede ser positivo), es muy importante el riego.
En las zonas semiáridas de la península, el riego es una de las técnicas de cultivo que más puede influir sobre la producción y la composición de la uva.
El riego en la vid para vinificación debe adaptarse a los objetivos de producción enológica de cada productor y al tipo de vino que se quiere producir.
BENEFICIOS
El agua es un elemento clave para aumentar la productividad de la viña. El objetivo a perseguir con la estrategia de riego debe ser aumentar la rentabilidad del cultivo.
Por tanto, hay que valorar tanto los parámetros de productividad total como el de calidad del vino que se quiere producir, en caso de viña para vinificación. Y hacer el balance que más nos interese buscando como objetivo el aumento de la rentabilidad global del cultivo.
Fases del riego
SISTEMA DE RIEGO
El sistema de riego adecuado para el cultivo de la vid es el riego por goteo.
Las necesidades de riego dependerán de las características de cada plantación (densidad de planta, área foliar, edad de las plantas, tipo de suelo, etc.). El tipo de suelo nos va a condicionar la elección del caudal y la separación de los goteros, así como los tiempos y la frecuencia de riego.
Los terrenos arcillosos son capaces de retener una mayor cantidad de agua, por lo que podemos elegir goteros de mayor caudal, tiempos mayores de riego y riegos más espaciados. Por el contrario, si tenemos suelos arenosos donde la capacidad de retención de agua es menor, deberemos elegir caudales menores de goteros, con riegos más cortos y frecuentes.
Las sondas para monitorizar la humedad en el suelo son muy útiles para regular el tiempo y la frecuencia de los riegos y adaptarlos a las distintas fases fenológicas del cultivo.
En cuanto al gotero a elegir, recomendamos elegir un gotero autocompensante de calidad como UniRAM® o DripNET® PC. El caudal de los goteros deberá estar comprendido entre 1,6 y 2,3 l/h y la separación recomendada entre los goteros estará entre 50 y 100 cm.
El riego por goteo se podrá instalar, según el caso, de forma superficial u optar por el riego por goteo subterráneo , esta forma de instalación ofrece algunas ventajas adicionales a las ya aportadas por el riego por goteo superficial.
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En general, la vid es una planta de climas moderados y templados, aunque según las variedades elegidas se adapta a un amplio rango de condiciones climáticas.
La franja más adecuada de cultivo de la vid en el hemisferio norte se encuentra comprendida entre 34º y 49º de latitud, que abarca toda la Península, y la mayor parte de las islas. El intervalo de temperaturas 20-25 ºC es óptimo para los procesos de crecimiento y maduración. Por encima de los 42 ºC, se producen desecamientos y quemaduras de hojas y racimos.
La distribución y cantidad de precipitaciones juegan un papel importante en el cultivo de la vid en las zonas de cultivo de secano o las cultivadas con riego de apoyo.
La vid se adapta muy bien a diferentes tipos de suelo, siendo preferible suelos franco arcillosos, 6 profundos y bien drenados, ya que si el suelo lo permite el sistema radicular de la vid es capaz de explorar mucho en extensión y profundidad.
En cuanto al pH, prefiere los suelos con pH comprendido entre 6,5-7,2.
PROPIEDADES DE LA UVA
Las uvas y el vino poseen fitoquímicos beneficiosos para la salud, como el resveratrol, con propiedades antioxidantes, anticancerígenas y beneficiosas en el tratamiento de la obesidad. Estas propiedades han favorecido el consumo de vino.
Desde el punto de vista dietético las uvas aportan 74 calorías por cada 100 gramos, además de 4% de contenido proteínico y 16% de glúcidos. Contienen un 17% de hidratos de carbono, con alto contenido de fibra y un índice glucémico de 45.
Entre los minerales se encuentran: potasio, cobre, hierro, calcio, fósforo, magnesio, manganeso, azufre y selenio.