El olivo es una especie típicamente mediterránea. Su presencia en la costa mediterránea de la península ibérica coincide con el dominio romano, siendo más tarde los musulmanes quienes impulsaron su cultivo en Andalucía, convirtiendo a España en el primer productor mundial de aceite de oliva.
Riego
El olivo es un árbol considerado de secano, muy resistente a las condiciones de déficit hídrico, pero con una respuesta productiva excelente en condiciones de regadío.
El olivar es el cultivo con más superficie regada en España (852.000 hectáreas en 2020). Aunque se sigue cultivando un 69% de la superficie total en secano. Dada la mejora de la producción y de la rentabilidad en regadío, se está produciendo un aumento progresivo del cultivo intensivo y superintensivo en regadío buscando la máxima productividad.
BENEFICIOS
El agua es un elemento clave para aumentar la productividad del olivar.
El objetivo a perseguir con la estrategia de riego debe ser aumentar la rentabilidad del cultivo. Por tanto, hay que valorar tanto los parámetros de productividad total, como el de productividad del agua (producción/volumen de agua aplicada), como el de calidad del aceite. Y hacer el balance que más nos interese buscando como objetivo el aumento de la rentabilidad global del cultivo.
El manejo del riego dependerá si estamos ante un olivar tradicional, un intensivo o un superintensivo. En el caso del superintensivo, el riego puede utilizarse como herramienta para el control del vigor, aunque hay que tener en cuenta que la estrategia de riego elegida afectará al vigor, pero también a la productividad y a la calidad del aceite.
SISTEMA DE RIEGO
Siempre que el marco de plantación lo permita, es preferible un mayor número de goteros de menor caudal, que pocos goteros de más caudal. La distribución de la misma dosis de agua, pero con un mayor número de goteros aumenta el rendimiento del árbol.
El objetivo es conseguir mojar con el riego el mayor volumen de suelo posible, para aumentar el suelo explorado por las raíces del árbol. Esto tiene varias ventajas: los árboles se verán menos afectados en caso de tener que interrumpir el riego, ya que al disponer de más suelo explorado por sus raíces, tienen la posibilidad de extraer más agua para un mismo porcentaje de agua en suelo.
Las necesidades de riego dependen de las características de cada plantación (densidad de planta, área foliar, edad de los árboles, tipo de suelo, etc.). No siempre la mejor opción, o la opción posible por dotación de agua disponible, es cubrir las necesidades totales de evapotranspiración del cultivo. A esto podríamos añadir problemas derivados del riego excesivo en el olivar, como la mayor incidencia de ciertas plagas y enfermedades (repilo, verticilosis, …). En algunos casos, cuando conviene por las circunstancias citadas, se adoptan estrategias de riego deficitario controlado (RDC).
El RDC consiste en reducir el riego en las fases en que el árbol es menos sensible a la falta de agua, mientras que en las fases de mayor sensibilidad al estrés hídrico, se aplican dosis de riego suficientes para cubrir las necesidades del cultivo. Así, en olivo sería recomendable regar para cubrir el 100% de la ETc en floración, cuajado y primeras fases del endurecimiento del hueso, y también a finales de la fase de crecimiento del fruto.
En el resto de fases es menos sensible al estrés hídrico, por lo que en esas fases se podrían bajar las dosis a un 30% de ETc o incluso menos. Aunque todos estos ajustes dependerán única y exclusivamente de las características de cada plantación.
En todo caso, hay que evitar la saturación del suelo ya que el sistema radicular del olivo es sensible a la falta de oxígeno en el suelo.
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Árbol de clima mediterráneo. Soporta altas temperaturas en verano, hasta 40ºC y temperaturas bajas en inviernos de hasta -10ºC. En las zonas en que se cultiva no suele presentar problemas de heladas, excepto en variedades muy tempranas en que las heladas pueden dañar el fruto. Bajos requerimientos de horas frío (temperaturas menores de 7ºC), en torno a 500-800 horas frío según variedades, por lo que no es un factor limitante en nuestras zonas.
Los vientos secos y las altas temperaturas elevadas durante la floración, sí pueden afectar a la producción. Las olas de calor o excesivas lluvias durante la primavera también tienen efectos negativos en el cuajado. Es muy resistente a la sequía, aunque el óptimo de precipitaciones se sitúa en torno a los 650 mm bien repartidos.
En cuanto a los requerimientos de suelo, el olivo es un árbol muy rústico, que se desarrolla bien en todo tipo de suelos, incluso los poco fértiles. Aunque prefiere suelos francos, profundos y con buen drenaje, ya que es muy sensible al encharcamiento prolongado. Es muy tolerante a la salinidad.
PROPIEDADES DEL ACEITE DE OLIVA
Son bien conocidas desde hace años las propiedades del aceite de oliva y los beneficios para nuestro organismo que nos proporciona su consumo. El “oro líquido” es un superalimento de la dieta mediterránea. Entre otras muchas propiedades podemos destacar:
- Alto contenido en vitamina E.
- Rico en antioxidantes.
- Aumenta los niveles de colesterol HDL (colesterol bueno).
- Disminuye el colesterol LDL-c (colesterol malo).
- Propiedades antibacterianas.
- Favorece la absorción del calcio y el magnesio.